miércoles, 2 de marzo de 2016
Deprivación Afectiva
a) CAUSAS
Cuando el niño no ha establecido un vínculo afectivo sereno y estable, cuando no ha logrado
el clima afectivo adecuado; cuando el adolescente no ha desarrollado un apego de seguridad…
y la escuela no ha sido capaz de ayudar al niño, al adolescente o al joven a superar las
carencias ambientales y familiares, llega la deprivación afectiva. El niño-adolescente-joven se
siente no querido, no aceptado e inseguro. En estas circunstancias su comportamiento suele
degenera en conductas social y emocionalmente conflictivas e inadecuadas.
La privación emocional no significa que el niño esté privado de toda experiencia emocional,
sería imposible y desde luego indeseable. Significa que el niño es privado de experimentar
cantidades razonables de emociones placenteras, especialmente curiosidad, alegría, felicidad,
amor y afecto. Es decir no recibe ni la cantidad ni la calidad de afecto y cariño necesario y lo
que es más importante, ni a su debido tiempo
El niño necesita experimentar el afecto de sus padres, ESTO ES EVIDENTE, es el modo
de adquirir su autoestima y la seguridad necesaria que le permita alcanzar su autonomía personal,
pero no siempre ocurre así. La privación afectiva padecida durante la infancia puede dar
lugar a numerosos trastornos psicológicos y psicopatológicos que se manifiestan a lo largo de
la propia infancia, a veces a la llegada de la adolescencia, pudiendo persistir en la edad adulta.
La gravedad de esta situación depende del momento (edad del niño) en que se produzca
la privación, del tiempo que dura, del tipo de emoción de la que es privado y de otros muchos
factores. El momento en el que se produce la deprivación afectiva es importante. Durante el
primer año produce un estado de depresión general. El momento crítico es desde los seis meses
a los dos-tres años, a partir de los cinco años los efectos son menores.
Especial importancia merece la relación madre-hijo y la seguridad afectiva que ésta le
trasmite. La separación y privación de la madre, sino se le proporciona una madre sustituta, lleva
al niño a la situación de deprivación afectiva.
La situación de deprivación afectiva es muy frecuente en los niños que han sido “puestos
bajo el cuidado y atención de INSTITUCIONES”. Atendidos o tutelados por personas que no les
muestran afecto, su desarrollo se resiente pudiendo llegar a ser hostiles, desobedientes, etc. e
incluso al síndrome del hospitalismo.
Cuando a la situación de deprivación afectiva la acompañan malos tratos (en realidad, los
trastornos afectivos, son UNA FORMA MÁS DE MALTRATO INFANTIL, aunque socialmente no
se la quiera ver así) causados por los padres o por las personas que tienen la custodia del niño,
lo más probable es que se desarrolle una personalidad psicópata, a través de la cual el niño reclama
el afecto que necesita, mediante conductas inadecuadas, estableciéndose incluso, un
patrón de conductas contradictorias.
Cualquiera que sea la causa de la privación de afecto, causa daño al niño. Los niños de
corta edad con esta privación suelen sufrir retraso en su desarrollo físico y mental, los cuales
van acompañados de efectos específicos, tales como inquietud al principio, lloros y rabietas;
después apatía general, indiferencia, falta de apetito y enfermedades psicosomáticas... llegando
a padecer el síndrome del hospitalismo.
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